Basse-Ham. Probé para ti… el kneeboarding y sus sensaciones en el Moselle Wake-Park.

Llegó el verano, suben las temperaturas y brilla el sol. Refrescarse no costó mucho. Y ya que estamos, ¡mejor combinar frescura con adrenalina! Dirígete al Moselle Wake-Park en Basse-Ham para disfrutar de una tarde llena de emociones. «El lugar perfecto para relajarse y divertirse», sonríe Nicolas Poillot, el gerente. Se ofrecen varias actividades acuáticas. Hay para todos los gustos. Por mi parte, una pequeña tabla azul de unos cuarenta centímetros de largo me llamó la atención. Como aún no me atrevía a probar el wakeboard o el esquí acuático, opté por el kneeboard. Me puse el traje de neopreno, el casco y el chaleco salvavidas. «Por seguridad», dice Nicolas.

Tenso, un poco ansioso… me dirijo hacia la rampa de salida. Estoy a punto de zambullirme. La emoción va en aumento, y con ella el estrés. Por suerte, Kylian, mi instructor del día, me tranquiliza: "¡Cualquiera puede, es para todas las edades!". Me da consejos antes del gran salto, que escucho atentamente. "Agáchate de rodillas, con los hombros bien adelantados y los codos firmes". Miro a mi alrededor. Cinco grandes pilones rodean el estanque. Sostienen un sistema de cables tensos que tiran de los iniciados, como un telesquí, pero en versión náutica. Tengo las rodillas bien sujetas, las manos firmemente agarradas al manillar conectado a la cuerda. "No debes soltarte", especifica. Delante de mí, el cable ya gira sobre el agua.

Y ahí es cuando todo sale mal... Me caigo una y otra vez. Paso más tiempo con la cabeza bajo el agua que con las rodillas sobre la tabla. Pierdo el equilibrio y me hundo. En resumen, ¡es "Les Bronzés font du ski", versión kneeboard! En la orilla, entretengo a la gente. Pero no me doy por vencido. Y entonces, al quinto intento... ¡Milagro! Por fin encuentro el movimiento correcto. Termino mi travesía unos diez metros más adelante. Pero las sensaciones siguen ahí.

En el pontón, Kylian me anima: "Solo tienes que rodear el estanque". Y tuvo que hablar para que me diera suerte... Salí con más confianza que de costumbre. Esta vez, nada me detiene. Después de seis intentos, por fin lo logro. Contento, sí, pero exhausto. Porque sí, el kneeboarding es físico. Todavía tengo los antebrazos congestionados. Al final, para ser la primera vez, lo hice bastante bien. Un verdadero favorito.