Sesiones de karate para ayudar a mujeres víctimas de violencia a reconstruir sus vidas

Este jueves de mayo, cinco mujeres con kimonos asisten a una sesión de karate en la Maison Calypso de Plaisir (Yvelines), un lugar donde se acoge, escucha y atiende a mujeres víctimas de violencia, y es uno de los 13 refugios para mujeres que reciben apoyo de la agencia regional de salud de Île-de-France . Las nuevas instalaciones de la Maison Calypso acaban de inaugurarse.
El taller, impartido por personal sanitario y integrado en el proceso de atención, fue creado por la asociación Lucha por la Dignidad , fundada en 2017 por Laurence Fischer, tricampeona mundial de karate. Su objetivo es apoyar a las mujeres víctimas de violencia mediante prácticas deportivas adaptadas que respeten sus cuerpos y sus historias.
Recordemos que una de cada tres mujeres sufrirá violencia física, psicológica o sexual a lo largo de su vida, según cifras de la Organización Mundial de la Salud . Las consecuencias para la salud mental (con mayor riesgo de depresión o estrés postraumático, en particular) y para la salud física son numerosas.
En una de las nuevas salas, tres principiantes y dos habituales se sientan en los tatamis. La sesión, que se lleva a cabo todos los jueves, está dirigida por Sophie Manuguerra-Aillaud, instructora de karate. No se espera ninguna actuación, solo progreso, cada uno a su propio ritmo. La sesión comienza con un calentamiento, caminando lentamente y luego trotando. Los intercambios se realizan mediante gestos codificados: cada uno intenta colocar una mano sobre un hombro o estómago, con el consentimiento del otro. Poco a poco, los rostros se relajan y aparecen sonrisas.
El vocabulario utilizadoLos golpes, o mejor dicho, el tsuki , de su nombre japonés, se aplican únicamente a blancos de espuma. «Eres libre de hacer o no el ejercicio», recuerda la profesora. «Este trabajo corporal a menudo te permite reconectar con sensaciones corporales a veces olvidadas, en particular a través de la respiración o la presión del perineo», enfatiza Sophie Manuguerra-Aillaud, también sofróloga. Se presta especial atención al vocabulario utilizado: no se pronuncian palabras asociadas con la violencia. Ni «golpe», ni «ataque». El marco es fijo, benévolo.
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Le Monde