Frente a las costas de Estados Unidos, una expedición científica busca agua dulce... bajo el mar

Son las 3:00 a. m., a 35 kilómetros al suroeste de la costa de la isla de Nantucket, frente a la costa de Nueva Inglaterra (Estados Unidos). La cubierta de proa del buque especializado L/B-Robert bulle de actividad. Ajena al ruido de los motores y a la lluvia que acaba de caer, la tripulación nocturna trabaja a la luz de los reflectores, en medio de un laberinto de cajones, tras los cuales, a 6 o 7 metros de altura, se vislumbra una torre de perforación.
Aquí, personal con casco y equipo de construcción corta en secciones de 1,5 metros los tubos de plástico que contienen los núcleos recién extraídos de las profundidades del océano. Allí, los técnicos se encargan de medirlos, referenciarlos y extraer muestras de sedimento y agua que los geoquímicos analizarán o empaquetarán. Y, un poco más adelante, en un contenedor de laboratorio, los especialistas los escanean sección por sección, deslizándolos bajo un dispositivo equipado con múltiples sensores.
Densidad, radiactividad natural, propiedades acústicas, eléctricas y magnéticas, etc.: toda esta información, junto con una descripción resumida del contenido arenoso o arcilloso, se utilizará para establecer una estratigrafía inicial del yacimiento. Esto nos permitirá orientarnos y avanzar hacia el objetivo: encontrar agua dulce , explica Erwan Le Ber, investigador postdoctoral de la Universidad de Leicester (Reino Unido), responsable de operaciones petrofísicas y organizador de esta visita nocturna realizada de forma remota por vídeo.
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Le Monde