En Essonne, el compostaje humano en fase de experimentación animal

Las ovejas llegaron de Rungis (Val-de-Marne) como estaba previsto. Los ocho cadáveres de 30 kilogramos, dispuestos en hileras en el suelo, empiezan a atraer algunas moscas. En lugar de ir al carnicero, tomarán el camino hacia la tierra. Este 25 de junio es un día importante para los defensores de la terramación y los científicos que participan en este experimento, que consiste en compostar los cuerpos para transformarlos en humus, con el fin de legalizarlo para los humanos.
En el extremo del cementerio de Orme-à-Moineaux, en Les Ulis (Essonne), un terreno baldío destinado a residuos verdes acoge el experimento. Para las familias que acuden a presentar sus respetos ante la tumba de su ser querido, es imposible adivinar qué sucede tras el muro y la exuberante vegetación. Al otro lado del cementerio, un centro de procesamiento de datos funciona a plena capacidad. Solo los pasajeros de los aviones que acaban de despegar del aeropuerto de Orly pueden ver a personas manipulando cadáveres de animales.
Este método de entierro, ya legalizado en diversas formas en trece estados de Estados Unidos y propuesto experimentalmente en Alemania, defiende la idea de que los humanos forman parte del ciclo de la vida después de la muerte. La versión francesa utiliza la biodegradación aeróbica: el oxígeno y los fragmentos vegetales que rodean los restos los reducen a humus.
Te queda el 73,22% de este artículo por leer. El resto está reservado para suscriptores.
Le Monde