Trekking, buceo, parapente, kitesurf o el novedoso hidrospeed: aventuras para un verano en acción

Hay veranos que se disfrutan con los pies en la arena y otros que se viven con el corazón acelerado, la mirada despierta y la sensación de estar entrando en un contacto profundo con la naturaleza.
Este verano, la Argentina vuelve a desplegar un mapa vibrante para quienes buscan más que descanso y mates en la playa: experiencias que invitan a caminar, saltar, remar, volar o sumergirse en postales que, desde dentro, ofrecen nuevas y fantásticas perspectivas.
“Luego de la caída por la pandemia, el turismo de naturaleza o ecoturismo viene creciendo en la Argentina, tanto en cantidad de prestadores como de productos”, destaca Diego Noia, presidente de la Asociación Argentina de Ecoturismo y Turismo Aventura (AAETAV), una entidad que ya cuenta con 200 socios y, al ritmo de la actividad, también viene creciendo.
Una cabalgata por la zona del Parque Nacional Nahuel Huapi, cerca de Bariloche. Foto ArchivoY agrega que nuestro país, por su geografía y características, puede llevar adelante actividades de naturaleza en todas las provincias, tanto de soft adventure como de hard adventure, aunque son las soft (las más suaves, con menos exigencia física o psicológica) las que más captan, entre 70 y 80% del mercado.
Desde los senderos australes del cerro Fitz Roy hasta los desiertos blancos de Catamarca, desde un salto al vacío en el salteño dique Cabra Corral hasta un buceo entre los tesoros de las costas de Puerto Madryn, el país bien puede ser visto como un enorme y espectacular parque natural de aventuras.
Cada actividad, en cada región, cuenta su propia historia. Aunque al final, todas transmiten una sensación muy similar: que el verano, además de descanso y despeje mental, fue también descubrimiento. Y que detrás de cada actividad hubo una forma nueva de mirar, vivir y sentir la naturaleza.
Una amplia red de senderos conecta refugios en las montañas que rodean Bariloche. Foto PB/ViajesActividades de aventura, claro está, se pueden practicar en todas las provincias, aunque si hay una región fuertemente identificada con este tipo de turismo, esa es la Patagonia, y en particular Bariloche, declarada por ley, en 2012, Capital Nacional de la Aventura.
La generosa naturaleza barilochense y la larga historia del destino en el tema, con operadores y guías especializados, permiten practicar actividades en tierra (trekking, mountain bike, senderismo), en el agua (kayak, buceo, navegaciones, windsurf, stand up paddle) o en el aire (parapente).
Y la extensa red de senderos que conectan refugios en las montañas de los alrededores abarca todas las categorías; desde los tranquis, de dificultad baja y para hacer paseando, como el de Piedra de Habsburgo, hasta los “extremos”, para especialistas (como el que conecta los refugios San Martín, en laguna Jakob, con Manfredo Segre, en laguna Negra: 10 km que demandan entre 8 y 10 horas), pasando por los de dificultad media, alta y muy alta.
Frey. Bariloche cuenta con la red de refugios de montaña más importante de Sudamérica. Foto ArchivoTrekking y senderismo, por alcance y facilidad, son las actividades de aventura más populares, aclara Diego Noia, y entre los varios paraísos patagónicos para practicarlas, como el ya mencionado Bariloche y también El Bolsón, Esquel o Ushuaia, destaca la “Capital Nacional del Trekking”: El Chaltén, en el sur de Santa Cruz, donde hay senderos para todos los gustos y grados de preparación, a los pies de los cerros Fitz Roy y Torre y entre bosques de lengas, glaciares, lagos y lagunas.
“Nos gustan las vacaciones en familia al aire libre y con actividad física. En El Chaltén nos hospedamos en una cabaña súper cómoda en un muy lindo pueblo de montaña. Después de un buen y potente desayuno salíamos todos los días a hacer trekking; tanto que mi hijo, que tenía 9 años, llegó a caminar 22 kilómetros en un día”, cuenta Francisco Pastorini, que visitó El Chaltén con su esposa y sus dos hijos.
¿Qué disfrutaron especialmente de la experiencia? “Primero, el aire y la energía de la montaña, que nos gusta mucho. Y también la naturaleza del lugar, la actividad física y los regresos al pueblo, porque después de andar todo el día, tipo 5 de la tarde pasábamos por unos carritos de comida y nos comíamos nuestros buenos huevos revueltos con tostadas”, recuerda.
El Chaltén es la Capital Nacional del Trekking, a los pies de los cerros Fitz Roy y Torre. Foto ArchivoUna de las sendas “obligadas” en El Chaltén es Laguna de los Tres, que serpentea entre bosques y en su tramo final trepa una empinada pendiente para regalar una postal espectacular de las lagunas Sucia y De los Tres, con el Fitz Roy justo enfrente, tan cerca que casi se puede sentir el silbido del viento en sus paredes verticales. Son nueve horas ida y vuelta que valen cada paso.
Otros recorridos imperdibles son a Laguna Torre y su glaciar; Laguna Capri, para quienes buscan un esfuerzo moderado; o los miradores de los Cóndores y de las Águilas, senderos cortos con espectaculares vistas al pueblo, el río de las Vueltas, el Fitz Roy y el lago Viedma. Y para ir más allá, Vuelta del Hielo o al Glaciar Huemul permiten descubrir un lado más salvaje del Parque Nacional Los Glaciares, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco.
Más arriba en el mapa, siempre entre montañas, a las botas de trekking Mendoza les suma casco y adrenalina. En Potrerillos, el río Mendoza baja con energía de deshielo y se vuelve escenario de rafting para todas las edades. Durante una hora de descenso -o más, en la versión extensa- las balsas sortean rápidos, espuma y cañadones, acompañadas por guías especializados y kayaks que marcan el ritmo.
Canopy sobre el dique Potrerillos, en la cordillera mendocina. Foto Argentina Rafting.La aventura puede continuar desde el aire: el canopy sobre el dique Potrerillos permite deslizarse por un circuito de seis tramos y 1.400 metros que regala vistas inolvidables del valle. Una buena forma de contemplar la montaña volando a toda velocidad.
Si de rafting se trata, otros destinos también marcan el camino. Como el río Manso, cerca de Bariloche; el popular Atuel, en San Rafael (Mendoza) y también el Aluminé, en Neuquén, que fue escenario del Mundial de Rafting en 2018.
El río Aluminé recibió el Mundial de Rafting en 2018. Foto Pehuenia RaftingAllí, Pehuenia Rafting propone una salida que incluye un final con pollo al disco entre montañas y araucarias. “El rafting es en la parte superior del río Aluminé, el sector más movido y divertido. Desde nuestra oficina en Villa Pehuenia salimos en caravana hasta un predio donde nos equipamos y damos la charla técnica y de seguridad. Luego navegamos 10 km y volvemos al punto de partida, donde cerramos con el pollito al disco”, describe Martín, de Pehuenia Rafting.
Si de desafíos se trata, en un país de tradición ecuestre como la Argentina no pueden faltar las cabalgatas. En el sur, el norte o el centro; de un par de horas, de día completo o de varias jornadas; las opciones para cabalgar son casi infinitas.
Y ya que estamos entre montañas, nada mejor que el Cruce de los Andes, una cabalgata que va por rutas del Ejército Libertador al mando de San Martín. Una de ellas parte de Los Molles, en el sur de Mendoza, la que hizo Enrique Scarinci: “El objetivo era llegar al hito fronterizo por el más austral de los caminos que utilizó el Ejército de los Andes, el Paso del Planchón, por donde cruzó parte de la artillería, según nos iban contando en el viaje”, dice.
Hay varias propuestas y rutas para el cruce de los andes a caballo. Foto @grupoomardiazfotografiaEntre comidas de olla, algún cordero y truchas que los guías pescaron “con unas líneas improvisadas”, Scarinci recuerda la inmensidad de los paisajes, que “cambian constantemente”.
“Vas por piedras bajas, das vuelta un cerro y te encontrás con un valle que parece una publicidad de chocolate suizo, todo verde y florecido”, cuenta, que en lugar de dormir en carpas eligió hacerlo en una bolsa de dormir sobre el recado: “Sobre la bolsa de dormir, el poncho; con las pilchas del caballo una camita, y el cojinillo de oveja era la almohada”. Como techo, un increíble océano de estrellas.
En el NOA, el dique Cabra Corral (Salta) se ha vuelto un pequeño gran ícono de quienes buscan un sacudón de adrenalina a orillas de sus aguas calmas, de la mano de Extreme Games Salta.
Bungee jumping en el dique Cabra Corral, en Salta. Foto Extreme Games SaltaNo hay calma en el cuerpo al momento de colocarse el arnés, acercarse al borde del puente y lanzarse en un bungee jumping de 40 metros. Un par de segundos eternos antes de sentir el rebote de la cuerda y las risas que reemplazan a los nervios.
También se puede hacer puenting, con su caída pendular sobre el agua, y una tirolesa de casi 200 metros que cruza el embalse y termina en una embarcación que lleva al valiente de vuelta a la costa. Kayak, motos de agua, rappel o paseos embarcados completan un menú donde la quietud no tiene lugar.
Tucumán, entre muchas otras aventuras, se especializa en volar. En Loma Bola, entre la selva y el cielo, el despegue en parapente se siente como un instante suspendido: un paso, un breve trote, el viento que infla la vela y, de pronto, el suelo que empieza a alejarse.
Loma Bola, en Tucumán, cuenta con una de las principales rampas para el parapente. Foto Ente de Turismo TucumánEl vuelo biplaza permite flotar sobre la Sierra de San Javier, mientras otros visitantes prefieren quedarse en tierra disfrutando de unos mates y grandes vistas.
La experiencia se replica en Cuchi Corral (Córdoba), donde el paisaje del río Pinto se abre como un anfiteatro natural, y también en la Cuesta Nueva de Famatina, La Rioja, con una rampa perfecta para quienes sueñan con planear. En todos los casos, los vuelos de bautismo duran entre 15 y 30 minutos, y van con cámaras que perpetúan el momento.
“A los 18 años salté por primera vez en paracaídas sobre las sierras de Córdoba. Recuerdo la adrenalina del momento y el pánico de no saber si estaba segura de lo que estaba haciendo en el momento de lanzarme desde la avioneta. La caída libre fue un instante de libertad y, al abrirse el paracaídas, todo se volvió calma y pude disfrutar del paisaje. Una vez que aterricé, confirmé que había vivido una experiencia inolvidable”, cuenta Belén Cucullu, que hizo su salto de bautismo en paracaídas en Cuchi Corral, cerca de La Cumbre, aunque sea de Lobos, en la provincia de Buenos Aires, Capital Nacional del Paracaidismo.
En Lobos, los saltos tándem o de bautismo permiten experimentar el vértigo de la caída libre. Foto Paracaidismo Lobos.El Aeroclub de Lobos, a 115 km de Buenos Aires, ofrece esa mezcla de miedo y euforia que describe Belén cuando, a 3.000 metros de altura, la puerta del avión se abre y el mundo entra a toda velocidad. “Son 40 segundos de caída libre a más de 200 kilómetros por hora antes de que el paracaídas se despliegue y la adrenalina se transforme en una calma inesperada, en un vuelo suave de ocho minutos que muestra campos, pueblos y caminos desde otra perspectiva”, describen desde el aeroclub, a metros de la ruta 205.
Y si la aventura se busca en el mar,b suma una alternativa ideal: iniciarse en surf o kitesurf. Las primeras clases de kite se dan en la arena o en las lagunas cercanas -como Mar Chiquita-, donde el agua plana permite aprender a controlar la cometa y la tabla antes de enfrentar las olas. “Tres clases de dos horas suelen ser suficientes para empezar a navegar con seguridad. Y muchos descubren, ahí mismo, un deporte para toda la vida”, asegura Adrián Basi, de Aventura Kitesurf.
En el Atlántico patagónico, Puerto Madryn es la Capital Nacional del Buceo, y ofrece una aventura única: descubrir el universo silencioso y lleno de vida que se atesora bajo el agua. Bautismos submarinos, buceo nocturno, inmersiones en arrecifes naturales y artificiales, exploración de naufragios históricos, snorkeling con lobos marinos...
Bucear con lobos marinos o entre restos de naufragios son clásicos de Puerto Madryn, Capital Nacional del Buceo.En el extremo opuesto en altitud, aunque igual de impactante, la Puna catamarqueña despliega paisajes que parecen pintados por manos de geniales artistas.
Desde Belén parten travesías en 4x4 que viajan por la ruta 40, recorren pueblos ancestrales y reservas como Laguna Blanca, donde las vicuñas pastan frente a una cumbre siempre nevada de 6.012 metros.
Los caminos suben hasta Antofagasta de la Sierra, bordean volcanes como el Antofagasta y el Alumbrera, cruzan gigantescos medanales y llegan al Campo de Piedra Pómez, un impresionante desierto blanco de formas imposibles.
El increíble paisaje del Campo de Piedra Pómez, en Catamarca. Foto ShutterstockClaudia Esther Bernasconi visitó la Puna de Catamarca este año con amigas, y dice que “todavía estamos tratando de procesar todo lo hermoso que vimos”. Disponían de cinco días en Belén pero querían conocer Antofagasta de la Sierra, así que contrataron una excursión en 4x4.
“Estuvimos dos noches en Belén y dos en Antofagasta, vimos lugares increíbles como el volcán y la laguna Carachipampa, el Campo de Piedra Pómez y muchos paisajes de colores alucinantes, y para todo recibimos explicaciones de nuestro guía, Ignacio Pagani, que respondió muchas inquietudes que le planteamos”, cuenta.
Y agrega: “Como nos dijo Ignacio, en Catamarca la vista se cansa de tanto ver, porque es impresionante; para el lado que mires, el paisaje te impacta”.
Flamencos en Antofagasta de la Sierra, en la Puna catamarqueña.Otra travesía explora los salares y volcanes de la región, y hay también una a la mina de Rodocrosita o Piedra del Inca (piedra nacional argentina), en Andalgalá.
“Es una mina familiar que cuenta con el Refugio del Minero, donde se puede pasar la noche. En el camino pasamos por la Cuesta de Capillitas, la más larga de Sudamérica, con 970 curvas”, cuenta Mauricio Pagani, de Chaku Aventuras.
Y como la oferta de turismo aventura crece, hay que estar atentos porque en forma constante aparecen nuevas actividades, que pueden ser la indicada para nosotros.
Por ejemplo, el hidrospeed, una adrenalínica novedad que presenta Bariloche, y consiste en descender por los rápidos de ríos en forma individual, sobre una tabla hidrodinámica (hidrotrineo) y equipado con traje de neoprene con protecciones, casco, chaleco y guantes. Parecido al rafting, pero individual y en contacto directo con el agua.
“Se requiere saber nadar, contar con una mediana condición física, medir al menos 1,50 m y pesar 40 kilos”, explica Laura, de Fluir Hidrospeed, que utiliza como escenario los rápidos del río Manso.
Hidrospeed, una novedad aventurera en Bariloche. Foto Fluir HidrospeedOtra actividad bastante nueva es el wing foil, similar al kitesurf pero “volando” sobre el agua y sosteniendo una vela que se infla con el viento, al que sus adeptos definen como “uno de los deportes más accesibles y divertidos” en el agua y que combina elementos del kitesurf y el foil, pero permite navegar con libertad y de manera intuitiva, incluso con poco viento.
En tierra, en el aire o en el agua, solo algunos ejemplos de que el turismo aventura es mucho más que desatar la emoción y la adrenalina; es también una gran manera de descubrir -o redescubrir- espectaculares destinos y paisajes del país.
La navegación suave del wing foil lo hace accesible para muchos. Foto EFE/EPA/Urs FlueelerLa variedad de precios de las aventuras en nuestro país es tan amplia como las actividades que se pueden practicar, desde trekkings gratuitos o con el costo de la entrada al parque nacional ($ 15.000 en el caso de Los Glaciares) hasta saltos en paracaídas por $ 280.000 por persona y $ 120.000 adicionales para ir acompañado por un fotógrafo.
Solo para tener una idea, el rafting por el río Aluminé desde Villa Pehuenia, en Neuquén, cuesta $ 70.000 por persona.
La excursión en camioneta 4x4 de 3 días por la Puna catamarqueña desde Belén sale $ 305.000 por persona en base 4 personas por camioneta (sin alojamientos, comidas ni entradas).
Excursión en 4x4 por Catamarca. Foto ArchivoEl vuelo de bautismo en parapente en Cuchi Corral cuesta $ 170.000 y en Loma Bola, $ 110.000.
Además, bungee jumping en Salta sale $ 38.800 y puenting, $ 32.800. Otros precios:
Bautismo de buceo en Puerto Madryn $ 140.000 y clase de Kitesurf en Mar del Plata, $ 75.000 la hora.
Clarin

