Dormir con manta en verano en Málaga: sí, aún es posible, y te decimos dónde

Dormir con manta cuando el calendario marca pleno verano y el termómetro junto al mar rara vez baja de 20 °C parece cosa de otro territorio. Sin embargo, basta dejar atrás la franja litoral malagueña y trepar poco más de una hora por carreteras serranas para descubrir la otra cara climática de la provincia: noches frescas, sábanas improbables y ese placer casi olvidado de echarse una colcha ligera sobre los hombros en julio. Cada verano más viajeros lo comprueban: Málaga también ofrece escapadas «anti-bochorno» en las que las mínimas rondan los 14-18 °C y el aire acondicionado sobra por completo.
La paradoja se confirma con los registros oficiales. Las tablas de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) muestran que este domingo 13 de julio la mínima prevista en Málaga capital será de 22 °C, mientras que en Ronda descenderá a 16°C y en Alfarnate se quedará en 14 °C. «La altitud, la compleja orografía y la abundante biomasa explican descensos de hasta diez grados respecto a la costa; la Serranía de Ronda ofrece índices de confort climático excelentes en este periodo estival», resume José Damián Ruiz Sinoga, catedrático de la Universidad de Málaga, y experto en Geografía Física.
Ese atractivo térmico es ya parte esencial del negocio turístico interior. Lukas Hammer, propietario de la casa rural El Ciruelo Loco en Alfarnate, explica que cada semana recibe huéspedes de Sevilla o Jaén que buscan pasar un par de noches con la ventana abierta y la sábana echada. Añade que, entre esta vivienda y otra que posee en Riogordo, puede haber más de diez grados de diferencia en la temperatura, a pesar de la poca distancia entre ambos municipios. Muy cerca, Alberto Valdivia gestiona La Paharilla y reivindica su pueblo todo el año: «Aquí el frescor no es un golpe de suerte, es nuestra normalidad; las mantas finas nunca se guardan».
En la otra gran capital del fresco, la oficina de Turismo de Ronda recuerda que la ciudad del Tajo supera ya las 300.000 pernoctaciones anuales y mantiene una ocupación alta más allá de agosto. María Baltar, gallega afincada en Ronda desde hace seis décadas, lo sintetiza con sorna: «Cuando mis nietos bajan a la costa pasan la noche dando vueltas; aquí, con la chaquetilla, dormimos como benditos».

El «marketing de la manta» mueve una economía creciente. Los alojamientos reparten mantas y nórdicos ligeros en pleno julio, los talleres textiles de la zona aumentan ventas de colchas de verano y las terrazas serranas alargan su horario porque la brisa anima a quedarse. Para el visitante hay rutas pensadas para saborear ese contraste: el mirador del Alto Fraile en Alfarnate, donde la temperatura se desploma tras la puesta de sol, o los paseos nocturnos por el Puente Nuevo de Ronda, con vistas iluminadas y aire que invita a subir la cremallera.
Llegar es sencillo pese al corte de la A-397 entre Marbella y Ronda: desde Málaga capital se toma la A-357 y la A-367 vía Campillos para alcanzar la Serranía, y la A-45 y la A-92M para plantarse en Alfarnate en unos setenta minutos. «Que nadie olvide una chaqueta fina y una manta ligera, por si la nuestra se queda corta», advierte Hammer con una sonrisa. Con las mínimas previstas por debajo de 16 °C en la Alta Axarquía y la Serranía y noches tropicales confirmadas en la costa, basta medio depósito y una curva de montaña para redescubrir el lujo humilde de dormir arropado sin salir de la provincia.
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