Las abejas combatirían el cáncer

BARCELONA (EFE).— Un estudio internacional demostró que el veneno de abeja, la apitoxina, altera el funcionamiento de los vasos sanguíneos, es decir, del sistema vascular del cuerpo, lo que puede ser perjudicial en algunos casos, pero terapéutico en otros.
La investigación, publicada en “Toxicological Sciences” de la Sociedad de Toxicología de Estados Unidos, explica que la apitoxina, incluso en dosis pequeñas, hace que los vasos sanguíneos se dilaten menos.
Sin embargo, el veneno tendría aplicaciones médicas en enfermedades en las que las venas y arterias no funcionan bien.
La apitoxina es una mezcla de moléculas bioactivas que tiene a la melitina como principal componente y cuyo potencial terapéutico es cada vez más reconocido en algunas condiciones, pero su aplicación está limitada por cuestiones de seguridad.
Más allá del choque anafiláctico y fallo renal, la picadura de abeja (Apis mellifera L.) se ha asociado con daños cardiovasculares.
En el nuevo estudio, liderado por la Universidad Autónoma de Barcelona, se analizó el impacto de la apitoxina y la melitina en células humanas endoteliales, que recubren la pared interna de los vasos sanguíneos y linfáticos, y células de músculo liso, así como sobre la arteria aorta en ratones.
Los hallazgos revelan que ambos compuestos impactan en la viabilidad celular y la capacidad de relajación endotelial, lo que lleva a una menor dilatación de los vasos sanguíneos.
Según el coordinador de la investigación, Francesc Jiménez Altayó, “las alteraciones vasculares se produjeron con dosis de apitoxina que se pueden alcanzar después de múltiples picadas de abeja, pero en individuos vulnerables podrían producirse incluso con pocas picadas”.
El estudio muestra que la melitina representa casi la mitad del veneno de abeja —el 43.8%—, pero, a pesar de ser el componente más relacionado con los efectos tóxicos, no actúa exactamente igual que el veneno, lo que indica que hay otras sustancias de la apitoxina que también contribuyen.
El equipo constató que los efectos negativos del veneno de abeja se deben a un aumento del estrés oxidativo y a cambios en el óxido nítrico, molécula que regula la dilatación de los vasos sanguíneos. Esto hace que se subraye la doble vertiente de la apitoxina para el sistema vascular: por un lado como sustancia tóxica y por otro como agente terapéutico.
En ese sentido, se indica que ayudaría a regular el óxido nítrico, que controla cómo se abren y se cierran los vasos sanguíneos en algunos tumores, factor que influiría en su crecimiento y en la respuesta a tratamientos.
De un vistazo
Muchas picaduras
Las alteraciones vasculares se produjeron con dosis de apitoxina que se alcanzan después de múltiples picadas de abeja, pero en individuos vulnerables podrían aparecer incluso con pocas picadas.
Líder
Encabezó el equipo de investigación Francesc Jiménez Altayó, de la Universidad Autónoma de Barcelona.
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