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Sánchez se queda sin parapetos

Sánchez se queda sin parapetos

Tras el apagón eléctrico total de este lunes no puede descargar en nadie la responsabilidad de una emergencia nacional que debía gestionar él.

Al presidente del Gobierno le gusta repetir que ha tenido que hacer frente a situaciones nunca vistas: una pandemia global, el estallido del volcán de la Palma, el temporal Filomena, la espiral inflacionista tras la invasión de Ucrania, las riadas de Valencia... Volvió a repetir ayer esta retahíla como argumento de autoridad respecto a la capacidad de su ejecutivo para superar las crisis. Lo cierto es que de casi todas esas situaciones difíciles ha sabido emerger como una suerte de salvador, regando de dinero a los afectados (aunque luego tarden meses e incluso años en recibir la ayuda prometida) y descargando las culpas en otros, sean el cambio climático, China, Putin o Mazon.

Pero con el histórico apagón del lunes puede ser distinto porque todas las señales apuntan hacia él. Ahora no puede desviar a nadie la responsabilidad de una crisis que a todas luces era de su exclusiva competencia, aunque no apareciera en público hasta seis horas después de que todo el país se quedara sin luz de golpe. Esta emergencia nacional debía gestionarla su gobierno, sin poder usar la cogobernanza de parapeto como hizo con la crisis pandémica. Lo cual no quiere decir que no vaya a intentarlo.

De hecho, dedicó parte de su comparecencia tras el Consejo de Ministros a lo que futbolísticamente se conoce como "echar balones fuera" y usar lo sucedido para imponer su marco ideológico. Por eso se refiere a Redeia, que gestiona en régimen de monopolio toda la red eléctrica nacional, tiene al Estado como su accionista principal y al frente de la cual nombró a una exministra del PSOE, como un operador privado. Por eso atacó con argumentos falaces a la energía nuclear, que operaba a la mitad de su capacidad de generación en el momento del colapso por la preeminencia para las renovables impuesta por ley.

Por eso afirma que nuestro sistema eléctrico es europeo, no vaya a ser que le culpen de los desequilibrios del mix energético nacional, en la que él y Teresa Ribera impusieron sus dogmas ambientalistas. Por eso insistió en mantener abierta la posibilidad de un sabotaje o un ciberataque como causa del apagón pese a que la propia Redeia e incluso la Comisión Europea ya lo habían descartado, anunciando una comisión de investigación sobre lo sucedido, que pasa por ser la manera más eficaz de postergar todo lo posible asumir las responsabilidades por esta crisis.

El mismo día en que se cumplían seis meses de las riadas que asolaron los alrededores de Valencia, durante las que su Ejecutivo hizo otra flagrante dejación de funciones, Sánchez retomó el tono aterciopelado de voz que reserva para sus intervenciones más comprometidas, recurriendo también a mensajes motivacionales como el "saldremos mejores" de la pandemia y alabando el comportamiento cívico de la ciudadanía en esta crisis, como en las anteriores. Algo que a estas alturas de su mandato ya todos los españoles interpretamos como una señal inequívoca de que no está contando la verdad.

Cuando un gobernante pierde todo el respeto de sus gobernados y es objeto de mofas con cada decisión que toma y sobre todo con las que no toma (basta echar un vistazo a las redes sociales para comprobarlo) ya no hay duda de que no puede seguir dirigiendo el país. Porque también con el apagón la hemeroteca se vuelve en su contra. Ha corrido como la pólvora el vídeo de una intervención del propio presidente hace dos años negando categóricamente en el Senado con un pin de la Agenda 2030 en la solapa la posibilidad de que pudiera producirse un colapso total como el que sucedió este lunes. Sánchez es un experimentado escapista, pero su pasado siempre acaba por alcanzarle.

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