Estas son las cinco barreras que frenan la transición sostenible en las empresas colombianas según 25 grandes compañías y organizaciones del país

Aunque la sostenibilidad se ha convertido en una exigencia inaplazable para la competitividad, las empresas colombianas todavía enfrentan una serie de obstáculos que ralentizan su transición hacia modelos productivos más responsables con el medioambiente. Esa fue la principal conclusión de la Mesa de Trabajo y Networking Empresarial en Sostenibilidad, realizada en Medellín, con la participación de más de 25 compañías y entidades técnicas, convocadas por AJE, Alico, Fractal y Circulab.
El encuentro, que tuvo lugar en las instalaciones de Alico S.A.S. BIC, fue moderado por Armando Russi, gerente de sostenibilidad de AJE y presidente ejecutivo de la Cámara Internacional de Negocios Climáticos (CINC). Allí se identificaron cinco desafíos centrales que hoy frenan el avance del sector privado hacia la economía circular: el desfase entre infraestructura y regulación, la falta de incentivos tributarios, las deficiencias en las cadenas de recolección, la baja cultura ambiental en los consumidores y la resistencia a la innovación.

Integrar indicadores ambientales a la gestión financiera será decisivo, según expertos. Foto:iStock
El primero de los obstáculos señalados es el desfase entre la infraestructura disponible y la velocidad de la regulación. Mientras las normas ambientales se endurecen, la capacidad técnica de la industria para adaptarse avanza a un ritmo mucho más lento, lo que genera brechas de cumplimiento.
Un segundo reto está en la escasez de incentivos reales. Según los participantes, se necesitan estímulos tributarios que hagan más competitivo el uso de energías limpias y la implementación de modelos circulares. De lo contrario, las inversiones en sostenibilidad seguirán viéndose como un costo extra y no como un motor de crecimiento.

La industria reclama incentivos tributarios, políticas claras y apoyo gubernamental. Foto:IStock
El tercer desafío corresponde a las cadenas de recolección y clasificación de materiales, todavía insuficientes y poco formalizadas. Sin un sistema robusto de logística inversa, el reciclaje y la reutilización de insumos difícilmente podrán consolidarse como prácticas masivas.
A ello se suma la baja cultura ambiental de los consumidores, quienes suelen desconocer el costo real del reciclaje y el valor agregado de los productos con atributos sostenibles. El precio sigue siendo el factor decisivo de compra, por encima de los beneficios ambientales o sociales.
Finalmente, persiste una resistencia a la innovación dentro de los equipos y procesos productivos. Muchas empresas aún tienen dificultades para adoptar tecnologías que, aunque más eficientes, implican un cambio profundo en su forma de operar.
El rol de líderes y del EstadoUno de los consensos de la jornada fue la necesidad de fortalecer la formación de los líderes empresariales. Para los asistentes, es clave que los CEO, directores financieros y responsables de sostenibilidad entiendan que la circularidad no es solo una obligación ambiental, sino una estrategia de rentabilidad a mediano y largo plazo.
“El reto no es solo ambiental, sino estratégico. La sostenibilidad debe hablar el lenguaje de la rentabilidad y de la competitividad. Hoy las empresas tenemos que entender que invertir en circularidad, infraestructura y educación no es un gasto, sino la clave para garantizar permanencia en el mercado y anticipar riesgos regulatorios y financieros”, enfatizó Armando Russi durante su intervención.

Brechas en infraestructura, inversión, cultura ambiental y normatividad limitan modelos circulares. Foto:Edwin Caicedo. EL TIEMPO
El análisis también dejó claro que la industria nacional requiere mayor acompañamiento del sector gremial y del Estado para traer tecnologías más eficientes al país, promover políticas de economía ambiental y atender las limitaciones de inversión que hoy frenan a las compañías.
En paralelo, se subrayó la urgencia de impulsar campañas de educación y sensibilización ciudadana. Muchos consumidores todavía confunden términos como “reciclado” y “reciclable”, lo que afecta la percepción de las marcas y desincentiva la compra de productos con atributos ambientales.
El mensaje final de los participantes fue que la sostenibilidad ya no es un discurso accesorio, sino una estrategia de supervivencia empresarial. Superar los cinco desafíos identificados en Medellín marcará la diferencia entre aquellas compañías que logren adaptarse y crecer en la economía verde, y aquellas que se rezaguen frente a los cambios regulatorios, tecnológicos y sociales que ya están en marcha.
Periodista de Medioambiente y Salud
eltiempo