Evalúa si tus compras son impulsivas

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Evalúa si tus compras son impulsivas

Evalúa si tus compras son impulsivas

Cada vez que pisamos un supermercado o un centro comercial somos bombardeados por mercadotecnia de una amplia gama de productos. Igualmente, cuando navegamos en las plataformas de e-commerce es casi imposible no ver algún artículo que tal vez no necesitamos, pero lo deseamos.

Hoy en día, es casi imposible acudir de manera física o presencial a comprar algo sin estar expuestos a adquirir un producto adicional que vemos en los aparadores o en los artículos recomendados por la plataforma de e-commerce.

Si se sale de la tienda con algún producto que no se necesita o no se tenía planeada su compra, probablemente se trate de una adquisición impulsiva. Esa conducta, aunque todos la hemos tenido en algún momento, puede poner en riesgo la estabilidad financiera y el gasto corriente establecido en nuestro presupuesto.

Las características de una compra impulsiva

Además de salir de un establecimiento con un producto que no se tenía planeado, expertos en finanzas personales de BBVA identifican otras características en este tipo de compras. Por ejemplo, si haces la compra en cuanto ves el producto y no esperas a comparar precios en otros establecimientos.

De igual manera, cuando compras algo solamente porque alguien más lo tiene o un influencer lo promociona y te generó un deseo de pertenecer o envidia, muy probablemente se trate de una compra impulsiva.

Otro modo en el que podemos identificar una compra impulsiva –y que es uno de los más comunes– es cuando decidimos adquirir algo porque vimos alguna oferta o descuento, incluso cuando no significa una disminución importante en el precio.

Asimismo, hay empresas que crean el deseo de consumo a través de pruebas gratis, cortesías o experiencias que fomentan impulsos sensoriales. Muchas veces esas estrategias terminan en compras poco reflexionadas.

¿Por qué caemos en este tipo de conductas?

Joselyn Quintero es experta en economía conductual y explicó que existen diversas razones por las cuales cedemos a los impulsos inmediatos de comprar y justificamos este tipo de compras.

“En el caso del sentimiento de pertenencia, nuestro cerebro tiende a querer seguir lo que hacen los demás por miedo a ser excluidos. Cuando eso afecta nuestros patrones de compra, se le conoce como consumo conspicuo”, describió Quintero, y agregó que convertimos el tener un artículo en símbolo de status.

Cuando sustentamos una compra en una oferta o descuento es porque nuestro cerebro reacciona a los precios y comienza a valorar la posibilidad de “ahorrar” en algo que nos gustaría tener. Perder la oferta puede significar perder también el producto.

“Se puede llegar a sentir angustia o ansiedad porque las ofertas normalmente son de tiempo limitado y pensamos que será una oportunidad única de compra. La realidad es que 99 % de las veces no es así”, aclaró Quintero.

Cuando es una experiencia o dinámica la que nos convence, muchas veces es porque nos quedamos con la impresión de que replicaremos esos estímulos sensoriales a través de la compra de un producto.

“Por ejemplo, si te ofrecen una prueba de manejo en un auto, la venta se hace en el momento que pisas el acelerador y empiezas a buscar la manera de conseguir el dinero para comprarlo. Sin embargo, debes preguntarte: ¿cuántas veces podrás replicar la experiencia en tu día a día?”, recomendó Quintero.

¿Cómo evitar las compras impulsivas?

Podemos emprender algunas estrategias para evitar caer, de manera constante, en estos patrones de consumo. La primera recomendación que expertos en economía conductual hacen para evitar este tipo de acciones es siempre tomarse un día para reflexionar si hacer una compra es necesario o sería simplemente un capricho.

También se debe hacer un presupuesto mensual donde se especifique la cantidad de dinero que se destinará a antojos, lujos o pequeñas compras no planeadas. Esto con el fin de no comprometer la estabilidad financiera a corto plazo.

Otra manera de evitar en gran medida las compras impulsivas es establecer un límite de gasto diario en las tarjetas bancarias, digitales y físicas. Eso es posible hacerlo mediante las apps de los bancos.

Lo más importante es aprender a identificar qué compras cumplen la función de cubrir una necesidad y cuáles son simplemente un deseo. Aunque no es malo hacerlas, siempre y cuando no comprometan el presupuesto a corto y largo plazos.

Eleconomista

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