Luis Enrique, el rey del barro que acaricia la historia... y le enseña el camino a Xabi Alonso
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El PSG tiene en sus manos la posibilidad de seguir haciendo historia. Después de ganar hace unos meses la primera Champions de su palmarés, ahora tiene la opción de levantar el primer Mundial de Clubes de todos los tiempos. Enfrente tendrá al Chelsea, un equipo que, por características, no se lo pondrá sencillo a los franceses, pero la realidad es que los de Luis Enrique parten como grandes favoritos: no solo por números y sensaciones, sino por la idea de juego que transmite.
La gran virtud de este PSG, que ya ha sido capaz de demostrar en los últimos meses, es que no necesita grandes estrellas para hacer el mejor fútbol posible. No cuenta con ningún futbolista de esos que de renombre mundial, de los que ocupan portadas por su enorme nivel individual, pero todos tienen un talento descomunal que son capaces de poner al servicio del equipo. Esa es la gran ventaja de este PSG: nadie por encima del equipo, todos trabajan por el bien del conjunto.
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Una de las principales ventajas del PSG con respecto al resto del equipo es la fluidez de balón, que viene dada por la calidad en la salida y, especialmente, por la movilidad de los receptores. El que tiene el esférico siempre tiene varias opciones en la distribución, porque todo el mundo se desmarca, se ofrece y, sobre todo, no le quema el balón si le llega. Las posesiones son largas y, lo más importante, no son ineficaces: siempre buscan la manera de hacer daño al rival.
La mejor demostración fue lo sucedido en semifinales ante el Real Madrid, en un partido donde quedó demostrada la superioridad del PSG. Posiblemente, si hacemos una comparativa jugador por jugador, el conjunto blanco sale vencedor con respecto a los franceses. Pero, entonces, ¿por qué esa superioridad no solo no se plasmó sobre el césped, sino que se volvió en su contra? Muy sencillo: el PSG trabaja en equipo y por el equipo, todo lo contrario que los de Xabi Alonso.
Luis Enrique puede presumir de tener muchos jugadores talentosos: Vitinha, Fabián Ruiz, Dembélé, Doué, Kvaratskhelia... Pero el gran logro del técnico español es haber convencido a todo el equipo de jugar para el colectivo y no pensando en las individualidades. Así, el PSG se ha convertido en un equipo coral, solidario y muy trabajado, que sabe siempre a lo que juega y cómo juega: la demostración de que, si todo el mundo pone de su parte, el equipo siempre está por encima de todo.
El asturiano, ese entrenador que hace no mucho afirmaba que "cuanta más mierda y más barro hay, me encuentro mejor", ha aprendido de sus errores: hace no mucho, su PSG contaba con megaestrellas como Leo Messi, Neymar o el propio Kylian Mbappé, futbolistas que el propio técnico afirmaba que "solo piensan en individualidades". Trató de convencerles de jugar de otra manera, pero no fue posible. Ahora, sin ninguno en la plantilla, el PSG funciona como un verdadero equipo.
El PSG ha marcado 16 goles, solo ha encajado 1 y solo ha perdido un partido en la competición, ante el Botafogo (0-1), en la segunda jornada de la fase de grupos. Si las sensaciones que ofrece el equipo no son suficientes para meter miedo, los números hablan por sí solos. Eso sí, enfrente estará un Chelsea que ha vuelto a reencontrarse con los triunfos de la mano de un Enzo Maresca que ha dado con la clave de la competitividad de un equipo que sigue soñando a lo grande.
"El día que no atacas, tienes que ser el mejor jugador de la historia defendiendo. Eso es un líder", le decía Luis Enrique a Mbappé hace dos temporadas. No lo consiguió... al menos con él, pues fue marcharse y todos los atacantes muerden como si les fuera la vida en ello. "Solo tengo medio segundo para pensar", decía Thibaut Courtois tras medirse al PSG. Luis Enrique tiene en sus manos hacer historia con el PSG... y le ha enseñado el camino del triunfo a Xabi Alonso.
El Confidencial