El precio de ser ídolo deportivo en Colombia: de la gloria al paredón social

Los ídolos deportivos no siempre son tratados como ídolos. Como personajes públicos, están expuestos a la crítica, al dedo acusatorio, a la ira de las masas. La lógica parece establecida: ponte la camiseta de otro equipo y asume las consecuencias; equivócate, pisa en falso, defráudanos, haz algo indebido, bastará con una indiscreción, no importa que sea en tu vida privada, y ya verás. Entonces viene el ataque feroz desde ese ring que se hace llamar red social. Le acaba de pasar a Luis Díaz, le pasó a Falcao García, le ha pasado a muchos. Ese parece el precio de ser el ídolo.
El plano virtual y anónimo se ha convertido en el escenario predilecto para el ataque a mansalva. Mil contra uno. Un millón contra uno. La crítica certera, coherente y respetuosa, que también la hay, se ve absorbida por esa esponja gigante de la viralidad de lo negativo. El caso de Luis Díaz sigue fresco. El futbolista, crac de la Selección Colombia y el jugador más top de nuestro país en el momento, fue apedreado en las redes por no asistir al funeral de su compañero de Liverpool, Diogo Jota, y en cambio aparecer en público con influencers. La opinión pública no se lo perdonó. El ídolo quedó expuesto: subió al ring sin guantes y sin ganas de pelear, a aguantar. La crítica creció como bola de nieve. Lucho se convirtió en bolsa de boxeo, en tiro al blanco: en un meme.

Luis Díaz Foto:AFP
¿A qué se debe ese fenómeno de ataque despiadado? Algunos estudios afirman que atacar al ídolo, cuando se da bajo el anonimato de las redes, puede ser respuesta a una necesidad de notoriedad, a una decepción, a la frustración, a la envidia o al resentimiento. El ídolo se convierte en un ser que no parece ser, porque no tiene derecho a equivocarse. Si tiene dos vidas, ambas son públicas.
Luis Felipe Posso, empresario deportivo de amplia experiencia, representante de atletas y futbolistas, opina: “En realidad, en Colombia la crítica y los ataques a los referentes de todos los deportes es mayor. En otros países puede haber críticas, pero no tan fuertes como acá. Es algo totalmente cultural”, asegura. Y pone un ejemplo: “En Estados Unidos, MLB sancionó a Pete Rose, un referente, por participar en apuestas, pero la gran mayoría de los fans quiere que llegue al Salón de la Fama...”.

Liverpool Foto:EFE
El odio expresado en las redes, principalmente en X, es objeto de estudio permanente de la academia, que trata de entender cómo se expande ese ataque sin filtro. Alexánder Torres Sanmiguel es director encargado del programa de Comunicación Social de la Universidad Santo Tomás. Al ser consultado por el ataque hacia los ídolos, dice: “Las redes sociales son un asunto complejo, no solo frente a figuras deportivas. Las redes generan una sensación contradictoria, por un lado de cercanía y familiaridad con estas figuras públicas, que en muchos casos lleva a que se opine de manera ligera frente a políticos, gente de la farándula o personas del deporte. Pero, por otro lado, hay una distancia que hace que, al perderse la comunicación cara a cara, la gente sea capaz de decir cualquier cosa, generar ataques, incluso manifestaciones de odio, porque la distancia permite eso... De fondo, lo que pasa es que las redes amplifican aspectos que surgen, en principio, en los medios, no solo en deporte: hay una agenda mediática que lleva a la construcción de opiniones desde una esquina o de la otra. El fenómeno de cercanía o lejanía le permite a la gente opinar de manera agresiva y tomando partido sobre muchos temas”.
hay una distancia que hace que, al perderse la comunicación cara a cara, la gente sea capaz de decir cualquier cosa, generar ataques

Radamel Falcao García, en la rueda de prensa luego del clásico. Foto:Dimayor
Otro caso que sacudió las redes en el último año fue la llegada de Falcao García a Millonarios. El futbolista, de gran prestigio deportivo, se expuso al ataque feroz de muchos hinchas. En este caso, opera el sentido de la rivalidad. Los hinchas reaccionan a las figuras de sus rivales desde que el fútbol es fútbol. Pasa en los estadios, pasa en las redes. Pero con Falcao se generó un clima de odio exacerbado, un ambiente de hostilidad; le insinuaron que la Dimayor lo quería sacar campeón y hasta le desearon que se lesionara, mientras del otro lado, sus seguidores libraron la férrea defensa de su ídolo. Un día, Falcao explotó.

James Rodríguez Foto:X: León
Les ha pasado a otros ídolos, como a Juan Fernando Quintero, cuando estuvo en Junior y ahora que está por salir del América; a James Rodríguez, que en las buenas es exaltado y en las malas es condenado; a Nairo Quintana cuando no gana. En el pasado, y sin el escenario de las redes sociales, lo vivieron el expiloto Juan Pablo Montoya; el exentrenador de la Selección Colombia, Francisco Maturana, quien aún recibe ataques por su famosa frase: “Perder es ganar un poco”. Cochise Rodríguez, uno de los mejores ciclistas colombianos de la historia, afirmó un día: “En Colombia se muere más gente de envidia que de cáncer”.

Nairo Quintana Foto:AFP
Orlando Buitrago es periodista y escritor, fue docente de la especialización en Comunicación Digital en la Universidad Sergio Arboleda y actualmente profesor de escritura creativa, y opina que se conjugan varios factores para analizar los ataques en las redes sociales hacia los ídolos deportivos.
“Dentro de lo psicosocial: las tentaciones que genera el anonimato, poder decir cosas que no sería capaz de decir en la cara; la sensación de poder: me vuelvo experto, juez. El personaje está postrado ante mí, tengo la potestad de destruirlo, de ser su verdugo o de ensalzarlo; logro pertenecer y ser reconocido; la deshumanización del personaje: la gente los ve como figuras y no como seres. Y hay una justificación cliché: que la persona pública, por serlo, tiene que aceptar todo. Y eso es tirano. Desde lo educativo, se lanzan insultos, descalificaciones sin análisis; saltan del riñón al teclado. Desde lo ético, a veces hay responsabilidad de los medios, que sutilmente incitan al linchamiento porque eso va a ser noticia. Y en lo tecnológico, el algoritmo premia lo negativo”, analiza.
Al ídolo se le cae la aureola con facilidad, o mejor, se la arrancan; pasan de la gloria al paredón, a veces sin saber por qué, y allí reciben insultos, quejas, tomates, ira. Entonces el ídolo deportivo, desprovisto de su uniforme para sudar, suda ante el implacable veredicto de la opinión pública y las redes.
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