La obra sobre la guerra civil que ha reventado la taquilla con entradas agotadas en minutos
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Se ponían hoy las entradas a la venta y ha sido prácticamente imposible conseguir una. Como si se tratara de un concierto de Aitana, Bad Bunny, de Morrissey, de Paul McCartney. Lo alucinante es que se trataba de una obra de teatro, 1936, dirigida por Andrés Lima, que ya fue un éxito brutal desde su estreno el pasado diciembre en el Valle-Inclán de Madrid. Este montaje sobre la guerra civil española arrasó durante dos meses, y para su reposición, que tendrá lugar entre el 12 de septiembre y el 12 de octubre de nuevo en el Valle-Inclán, la página web de las entradas te llevaba directamente a una lista de espera de más de media hora y en el puesto dos mil y pico. Es decir, que te quedabas sin ella. A los pocos minutos no había nada. Ha dado igual que fuera 4 de agosto.
¿Qué tiene 1936 que está rompiendo todos los esquemas? En primer lugar, es una gran obra de teatro. Como ya se publicó en este periódico, “es un montaje grandioso, casi inabarcable de más de cuatro horas que se pasan en un suspiro, muy teatral (en el mejor sentido de la palabra), donde todos los actores están bien colocados, el texto fluye, la escenografía acompaña y complementa en todo momento (pantallas, escenario circular), y el espectador entra en un viaje en el que ríe, llora, se le encoge el corazón y rabia (y, por momentos, se queda/nos quedamos en shock). Y, además, siendo un asunto tan peliagudo -es increíble que todavía lo sea, pero ahí siguen las cunetas-, Lima ha conseguido lo más difícil porque, al final, sí, habla de la guerra, pero es, ante todo, una defensa de la República, el régimen legítimo en el que cabían todos los partidos políticos y que acabó con cientos de miles de personas en fosas comunes”.
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Se divide en tres actos que abordan los años del conflicto, pero también los de la República y cómo se empezó a poner en marcha el mecanismo para que todo estallara. El primero es el más largo y comienza de forma abrupta con el estallido de la guerra y los primeros meses; el segundo hace un flashback hacia los inicios de la República y los primeros contubernios para intentar acabar con ella con reuniones regadas de buen vino en las que participaban, entre otros, monárquicos como José Calvo-Sotelo, falangistas como José Antonio Primo de Rivera y banqueros que podían ser lo uno y lo otro como Juan March, porque para estas cosas siempre hace falta dinero; el tercero, finalmente, es el más cortito, pero contiene dos escenas memorables: una sobre la Batalla del Ebro y otra sobre el final de la guerra y sus consecuencias. Porque la obra acaba en un clímax que enfrenta nuestro presente al pasado y que puede ser más o menos obvio, pero que cada uno saque sus propias conclusiones. En definitiva, el espectador observa todo el montaje como una clase de Historia.
Un reparto impresionanteOtro de los aspectos que entusiasma al público es su reparto. Todos ellos interpretan a personajes reales y a otros conceptuales (un terrateniente, un cura, una mujer de pueblo….), que vivieron aquellos años. Y están fantásticos.
Ahí están Blanca Portillo, Willy Toledo, Alba Flores, Juan Vinuesa, Antonio Durán 'Morris', Paco Ochoa, María Morales y Natalia Hernández. Son un equipo que se conoce bien (algunos estuvieron en los montajes del Shock, que también hizo Lima con éxito) y entre todos se reparten numerosos personajes. Las actrices también interpretan a hombres, ya que este pasaje de la historia es, como dice Alba Flores, “bastante patriarcal, porque todos los que hicieron algo eran hombres”. De hecho, la actriz se jactaba durante la rueda de prensa de presentación de la obra de de interpretar, por ejemplo, al general republicano Vicente Rojo, mientras que Blanca Portillo se atreve con José Antonio Primo de Rivera, y María Morales se lanza con Manuel Azaña y Largo Caballero. Atentos también al Franco de Juan Vinuesa. Y al general Yagüe de Willy Toledo, que es espectacular. Y La Pasionaria de Flores. Por citar solo a algunos personajes, ya que por ahí aparecen (casi) todos los grandes protagonistas de la guerra (e incluso algunos intelectuales de la época).
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El texto está escrito por Lima, Albert Boronota, Juan Mayorga y Juan Cavestany y fluye como el agua, como si no se notara estar escrito a tantas manos. Se percibe que es un proyecto en el que se ha trabajado largo tiempo. Lima estuvo años con él en el cabeza -lo llamaba su Moby Dick- y fue en los últimos tres cuando empezó a cobrar forma. De hecho, para escribir el texto se tiró de talleres hechos sobre el tema con especialistas como Paul Preston.
Hay otras explicaciones que han convertido en el montaje en uno de los grandes fenómenos culturales de los últimos tiempos, más allá del tipo de montaje, los actores y el texto.
Para el director, uno de los más prestigiosos de España, uno de los motivos principales de esta obra, “que está basada en el caos que supone una guerra”, es “el renacimiento de la ultraderecha y el fascismo en el mundo. Me pregunto cómo es posible que haya ciudadanos pacíficos que pongan su voto en gente que va a aplicar el Estado totalitario”, afirmó durante la presentación.
"Yo en el instituto nunca llegué a estudiar la Guerra Civil, pero mi hija, que tiene ahora 19 años, tampoco"
Por otro lado, también manifestó que, pese a que se dice siempre que hay mucho ya escrito (y filmado) sobre la Guerra Civil, en realidad, para él está muy mal contada. “Durante cuarenta años esta historia ha sido desinformada. Yo en el instituto nunca llegué a estudiar la Guerra Civil, pero mi hija, que tiene ahora 19 años, tampoco”, insistió. De ahí que tuviera un especial interés en que la obra llegara a la juventud “que no sabe ni quién es Queipo de Llano, ni el pensamiento de Azaña, ni que hubo una revolución en Barcelona”. Por eso, el montaje cuenta también con un coro de jóvenes entre los 18 y los 23 años del Coro de Madrid que dan un dinamismo en formato musical a toda la obra. “Es un diálogo entre 1936 y la gente joven de ahora”, resaltó el director, quien también destacó que todo el público se sienta alrededor del espacio escénico como una especie de abrazo.
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Desde su paso fulgurante por Madrid a comienzos de año, 1936 ha estado de gira por toda España también con un éxito sin precedentes. Y también ha ganado premios de la temporada teatral. Consiguió seis Talía, entre ellos, mejor espectáculo de texto, mejor actriz, mejor actor, mejor actor de reparto, mejor iluminación y mejor autoría. En los Godot obtuvo cinco, Mejor Obra, Mejor Actriz (Natalia Hernández), Mejor Actor (Juan Vinuesa), Mejor Elenco y Mejor Autoría Teatral Original. Solo los Max la dejaron fuera.
Es el gran fenómeno teatral de la temporada. Pasará mucho tiempo hasta que se vuelva a ver algo así en el teatro.
El Confidencial