Gustavo Sierra contó en la Feria del Libro la desconocida historia del argentino que mató a un nazi en Treblinka

En el campo de concentración nazi de Treblinka murieron 850.000 judíos y un solo nazi: el que mató Meir Berliner, un joven judío polaco–argentino que, aún en el infierno, logró encender una chispa de rebelión haciendo justicia por mano propia. “Cuando el segundo jefe nazi, Max Bialas, iba pasando por entre medio de los prisioneros, seleccionando con una fusta a los que iban a morir ese día, Meir Berliner le clava un cuchillo y, pocas horas más tarde, Bialas muere”, relató el periodista y escritor Gustavo Sierra el viernes en el espacio cultural Clarín / Ñ de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Y remató: “Uno entre ochocientos cincuenta mil y era argentino. Tenía que contar esa historia”.
Así es como nació Berliner. El vengador de Treblinka (Marea Editorial, 2024), el libro más reciente de Sierra, sobre el que el autor conversó en la Feria con el también periodista y escritor Gerardo “Tato” Young.
La novela sigue los pasos de este justiciero polaco argentino, desde los años 20 en el barrio rosarino de Pichincha hasta el momento cúlmine del relato, en la ciudad polaca de Treblinka, cuando –en 1942– Berliner asesta el golpe mortal a Max Bialas, el alto funcionario de la SS, pasando a la historia como el héroe de Treblinka.
El autor, multipremiado y con más de 40 años de trayectoria en el periodismo internacional, como enviado especial y corresponsal de guerra para los medios más importantes del país, entre ellos y muy extensamente, para Clarín, Gustavo Sierra cubrió conflictos bélicos en Afganistán, Irak, Ucrania, siguió los pasos de Osama bin Laden en la frontera afgano–paquistaní y también fue reportero en la narcoguerra mexicana.
Entre sus libros más destacados, que cruzan el periodismo con la narrativa literaria se encuentran: Bajo las bombas (2003): Relatos de guerra desde el terreno; Kabul, Bagdad, Teherán (2006): Crónicas de conflictos en Medio Oriente; El cártel de Bagram (2012): Investigación sobre el narcotráfico y la guerra; Sinaloa–Medellín–Rosario (2014): Análisis del narcotráfico en América Latina; Los chicos del ISIS (2016): Historias de jóvenes reclutados por el extremismo; El 68 (2018): Reflexiones sobre los movimientos sociales de 1968.
El periodista y escritor Gustavo Sierra el viernes en el espacio cultural Clarín / Ñ de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Foto: Enrique García Medina.
Berliner. El vengador de Treblinka, publicado en 2024, es el resultado de unos diez años de trabajo disciplinado, en el que Sierra encuentra al héroe capaz de asesinar a uno de los más altos y temibles funcionarios de la SS pero encuentra, también y por supuesto, mucho más.
“Me imagino que habrás pasado por mil y un lugares donde podías encontrar historias, sin embargo, encontraste ésta en Buenos Aires”, dijo el entrevistador y amigo del autor, Gerardo “Tato” Young, otro peso pesado del periodismo. Reconocido por su labor en investigaciones políticas y judiciales, Tato fue editor jefe del equipo de investigación de este diario hasta 2012 y gran figura de la radio. “Es lo que les pasa a los cazadores de historias, como es Gustavo: aparecen cuando menos las esperas”, agregó.
“La historia me cruzó yendo a los campos de concentración en Polonia”, respondió Gustavo Sierra. “Estando ahí, en el gueto de Varsovia, empiezo a preguntarme algo que es recurrente en el periodismo: ¿Y el argentino dónde está? Siempre tenía que haber un argentino en el medio de cualquier historia, algo que es un absurdo pero puedo asegurarles que siempre hay uno, y lo tenía ahí delante, de alguna manera. Luego, vine a Buenos Aires y me encontré con la historiadora Marcia Ras”, explicó Sierra.
Marcia Ras es investigadora asociada del Museo del Holocausto de Buenos Aires y docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Además, ha sido becaria en instituciones internacionales como Yad Vashem y el Mémorial de la Shoah en París. “Le pregunté a ella sobre los argentinos del Holocausto y me nombra al pasar a Meir Berliner, entonces me da para leer algunas cosas y me encuentro con que era un inmigrante polaco que había venido a nuestro país en los años 20, como tantos otros inmigrantes y estuvo aquí durante, probablemente, 15 o 18 años, o sea que se había convertido en un argentino más”, contó Sierra.
Si la pregunta es por qué Meir Berliner volvió a Europa, en plena guerra, hay una respuesta: “Supuestamente, había ido a sacar a sus padres de la persecución nazi y se encuentra a su mujer y su hija confinadas en el gueto de Varsovia hasta que en un momento los suben a los trenes y los mandan al campo de concentración de Treblinka”, argumentó el autor.
Dentro del campo de concentración, Berliner se enteró de que su mujer y su hija habían sido asesinadas y decidó hacer justicia por mano propia. “Ochocientas cincuenta mil víctimas y un solo vengador, que resultó ser un argentino. La pregunta que te habrás hecho una y mil veces es por qué él y no otro”, quiso saber Tato Young.
El periodista y escritor Gustavo Sierra el viernes en el espacio cultural Clarín / Ñ de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Foto: Enrique García Medina.
“Sí, me lo pregunté y traté de buscar los antecedentes de Meir Berliner en Argentina”, respondió Sierra.
Al parecer, Berliner tenía entrenamiento militar, quizás había hecho el Servicio Militar en la Argentina. El autor buscó y buscó más sobre la historia de Berliner y, cuando ya estaba decidido a escribir la novela así, sin más, aparece un dato que lo cambia todo.
En medio de la investigación llegó a manos de Sierra una información sobre una red de trata de personas de origen judío–polaco que había operado en la Argentina desde fines del siglo XIX hasta principios de la década de 1930. Inicialmente conocida como la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia, adoptó el nombre Zwi Migdal en 1927, en honor a uno de sus fundadores, Luis Zwi Migdal
Esta organización se dedicaba a reclutar mujeres jóvenes, en su mayoría judías de Europa del Este, bajo falsas promesas de matrimonio o empleo doméstico en Argentina. Una vez en el país, eran forzadas a ejercer la prostitución en burdeles controlados por la red. La Zwi Migdal llegó a tener más de mil miembros y operaba con impunidad gracias a la corrupción de funcionarios, jueces y policías.
El periodista y escritor Gustavo Sierra el viernes en el espacio cultural Clarín / Ñ de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Foto: Enrique García Medina.
“Hubo un comisario de apellido Alsogaray, de la familia de los que nosotros conocemos que, junto con un juez, hicieron una investigación para desbaratar la red, un trabajo que les costó el puesto”, relató el autor y continuó: “El comisario Alsogaray escribió un libro donde se queja, amargamente, de todo lo que sucedía –explicó Sierra–. Al final, en una edición de ese libro, encontré de casualidad la lista de 450 integrantes de la Zwi Migdal, entre ellos, estaba Berliner. Y ahí entendí la verdadera razón por la cual Meir Berliner decidió volver a Polonia”, concluyó Sierra.
“Investigando a quien imaginabas era un héroe, el único tipo entre 850 mil víctimas de un centro de exterminio que había osado matar a un jefe nazi, de pronto descubrís que el tipo integraba una organización criminal anterior a eso”, reflexionó Young y preguntó: “¿Qué sentiste al descubrirlo?”.
“Por un lado, mucha alegría al encontrar por fin a Berliner y por otro, un desconcierto muy grande porque esta nueva información le daba a la historia una vuelta muy grande”, explicó Sierra.
La investigación, entonces, viró hacia la prostitución en Rosario, donde la Zwi Migdal era muy fuerte y también en Buenos Aires. En ambas ciudades, “tenían comprados a Dios y a María Santísima”, dice el autor ya que “tenían una cantidad de dinero extraordinaria y podían comprar cualquier voluntad”, expresó.
Finalmente, y aunque muchos peces gordos tuvieron tiempo de huir, afortunadamente, las cosas terminaron cayendo por su propio peso: la valiente denuncia de una mujer llamada Raquel Liberman, que logró escapar de la red condujo a la detención de más de cien miembros de la organización.
La telenovela Argentina, Tierra de amor y venganza se basó en esta historia, con Eugenia “la China” Suárez como protagonista.
Clarin