Cómo ayudar a los afectados por el hambre en Gaza: las ONG piden donar, aunque parezca el peor momento

La franja de Gaza está al borde del colapso y no hay señales de que el horror que viven los civiles vaya a acabar de forma inminente. La guerra dura casi dos años y el bloqueo impuesto por Israel ya supera los 140 días. Mientras, las ofensivas militares continúan, los disparos en los escasos puntos de entrega de ayuda humanitaria se repiten y ya han costado la vida a un millar de personas. Tampoco hay avances en las negociaciones para un alto el fuego y el hambre muestra su peor cara: además de los casi 60.000 fallecidos registrados desde el inicio de la guerra en 2023, unas 113 personas han muerto de hambre, de acuerdo con el ministerio de Sanidad de Gaza, en manos de Hamás. De estos, 48 víctimas, el 42% del total, han muerto en julio. Más de dos millones de personas, es decir, toda la población de Gaza, experimenta altos niveles de inseguridad alimentaria y al menos medio millón pasa tanta hambre que su situación figura bajo la etiqueta de “catástrofe”, la peor según la Clasificación Integrada de las Fases (CIF), un “termómetro” internacional que mide el acceso a alimentos.
¿Qué puede hacer un ciudadano ante semejante desastre? Seguir donando, no dejar de hablar de Palestina ni de buscar formas de activismo y presionar a gobiernos, organizaciones y actores privados para forzar que Israel permita la entrada de ayuda humanitaria. Estas son las tres acciones clave en las que han coincidido organizaciones internacionales, ONG y plataformas civiles, consultadas por EL PAÍS, que trabajan sin descanso por ofrecer ayuda humanitaria y por mantener en el radar ciudadano la tragedia palestina.
Aunque parezca que todo está perdido, Raquel Ayora, directora general de Médicos Sin Fronteras MSF-España, resalta que el mayor reto ahora es “luchar contra la percepción de que no se puede hacer nada”. “Asistimos a algo que me gusta llamar ‘laboratorios de crueldad’. Son laboratorios para testar los límites de la humanidad y parte de su estrategia es hacernos creer que como ciudadanos no tenemos ninguna capacidad para reaccionar contra esto, ni para ayudar a que cambien las cosas”, ha dicho Ayora a este diario a través de una videollamada.
Donar ya (y no esperar a que todo ‘se calme’)“Es súperllamativo que con respecto a Palestina no haya habido ni una sola campaña en ningún gran establecimiento, sobre todo en supermercados, que animen a donar, como ha sucedido con Ucrania o con la hambruna en Etiopia”, señala Lidón Soriano, miembro de Yala Nafarroa por Palestina y Rescop (Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina), que el pasado 6 de julio, con una kufiya sobre los hombres, se asomó al balcón del Ayuntamiento de Pamplona para participar, junto a otros representantes de la plataforma, en el chupinazo de los Sanfermines. “En el momento en el que vas a pagar en un supermercado, a la gente puede que no le importe aportar 0,10 céntimos. Sin embargo, ha habido con Palestina un silencio estruendoso”, añade.
Lucía Martínez Jiménez, especialista de programas internacionales de Unicef, llama a no esperar un momento “oportuno” para donar. “El ‘voy a esperar a donar a que todo esté tranquilo y puedan distribuir’ puede parecer útil, pero también hace perder tiempo”, explica Martínez a EL PAÍS. “Lo vimos en el alto el fuego. Todo lo que se había donado [permitió] posicionar la ayuda humanitaria en los pasos. Cuando el alto el fuego se firmó, fue posible introducir esos 600 camiones diarios”. Lo mismo recomienda MSF. “Siempre hemos tenido stocks de seguridad dentro. Cuando hay ventanas de oportunidad, metemos todo lo que podemos. Para eso, necesitamos tener fondos disponibles”, sostiene la directora de MSF-España.
Es clave no dejar de aportar porque, como explica la especialista de Unicef, en algunas agencias no se han cumplido las metas de financiación. “Unicef tiene una brecha del 65% de su llamada de emergencia para Gaza. Es decir, necesita más de 400 millones de dólares [341 millones de euros] para desarrollar las operaciones. Por eso, una donación sí ayuda”, dice.
El Decálogo humanitario para saber ayudar de la Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo, una red de ONG de Desarrollo, recomienda informarse o buscar asesoría para saber cómo y dónde ayudar. Es clave, por ejemplo, donar a través de canales oficiales o a instituciones reconocidas. “Si vas a ayudar, cerciórate de que será con algo útil” y “verifica la fuente, evita reenviar mensajes falsos”, son algunos de los consejos que da esta institución.
La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), uno de los principales soportes para la población civil actualmente, tiene abierta una vía de donativos, que puede ser puntual o periódica, a través de su página web. “Los donativos están íntegramente destinados a la emergencia en la Franja y para seguir atendiendo a la población”, afirma la UNRWA en una contestación escrita a las preguntas de este diario.
Siempre hemos tenido stocks de seguridad dentro. Cuando hay ventanas de oportunidad, metemos todo lo que podemos. Para eso, necesitamos tener fondos disponibles
Raquel Ayora, directora general de Médicos Sin Fronteras MSF-España
Aunque en este momento el bloqueo no permite que estas organizaciones puedan introducir alimentos ―la UNRWA, por ejemplo, tiene 6.000 camiones esperando en la frontera con alimentos suficientes para alimentar a la población gazatí durante tres meses―, las donaciones sí permiten sostener otro tipo de operaciones dentro de la Franja. La agencia de la ONU, en su caso, tiene 12.000 profesionales en terreno que aún brindan servicios de atención sanitaria, refugio, distribución de agua, apoyo psicosocial y gestión de residuos. Por parte de MSF, en las últimas cuatro semanas han podido hacer 1.200 cirugías por heridas de bombardeos, atender 1.000 partos y brindar 62.000 consultas.
Sumarse al activismo y no dejar de hablar de PalestinaAdemás de donaciones monetarias, los ciudadanos pueden sumarse a distintas formas de activismo. Carlos de las Heras, responsable de Europa y Oriente Medio en Amnistía Internacional España, menciona alternativas como el activismo en calles o en internet.
Un ciudadano puede participar de las grandes manifestaciones o de las movilizaciones que organizan los más de 80 grupos locales de Amnistía Internacional en España. “Hay desde manifestaciones a concentraciones en pequeñas ciudades, charlas, conferencias, mesas redondas y trabajo con universidades e institutos, en donde fomentamos el debate con la juventud”, explica De las Heras.
La especialista de programas internacionales de Unicef coincide en que mantener la conversación sobre Palestina en redes sociales también es importante. “Unicef, agencias internacionales y ONG lanzan mensajes potentes en redes sociales y [la gente] puede usar sus propias cuentas para amplificarlos y hacer patente que la situación sigue ahí y no ha mejorado”, afirma Martínez.
Todas las fuentes consultadas insisten, además, de que es vital mantenerse informado sobre lo que ocurre en Palestina y escuchar las noticias, aunque parezca tentador desconectar de la realidad. “Sigan hablando de lo que ocurre en Gaza. No podemos permitir que el sufrimiento de una población entera caiga en el olvido”, pide la UNRWA a la ciudadanía. Para Lidón Soriano, esto incluye informarse sobre Cisjordania. “Hablar solo de Gaza es circunscribir el problema a ese pequeño territorio”, sostiene Lidón.

Asimismo, el activismo puede presionar a tomadores de decisiones a actuar. La directora de MSF-España, por ejemplo, afirma que los ciudadanos pueden exigir a ayuntamientos y comunidades autónomas que hagan lo posible por acoger heridos y enfermos críticos que necesitan tratamiento médico fuera de Gaza. “Hay 12.000 en lista de espera. El Gobierno de España ha acogido a algunos, pero las necesidades son masivas y los ciudadanos pueden pedir y apoyar peticiones concretas sobre esto”, manifiesta Ayora.
Buscar formas de presionar a Israel“Dar dinero está bien, calma nuestras conciencias y ayuda, pero es imperativo detener el genocidio”. Este es el mensaje central de Lidón, de Yala Nafarroa. Para la activista, los ciudadanos pueden presionar a los grupos políticos para conseguir que los gobiernos apliquen sanciones a Israel y rompan relaciones. “Por mucho dinero que donemos, las organizaciones no pueden entrar en Gaza o en un pueblo de Nablus [en Cisjordania]“, agrega.
El sistema BDS (Boicot, Desinversión, Sanciones) es, para Lidón, una herramienta fundamental que, además, fue gestada por los propios palestinos para “acabar con el apartheid y el sistema colonial israelí”. La presión, continúa, puede ejercerse en forma de boicots económicos, deportivos, culturales o académicos. “Israel utiliza la cultura y el deporte como herramienta política para normalizarse como país”, argumenta Lidón, que insiste en la necesidad de subrayar que un deportista, por ejemplo, no es solo un deportista, sino que representa a su Estado y, en el caso de Israel, “ha hecho el servicio militar obligatorio”.
Dar dinero está bien, calma nuestras conciencias y ayuda, pero es imperativo detener al genocidio
Lidón Soriano, de la plataforma navarra Yala Nafarroa.
Para Amnistía Internacional, otra opción es la presión a través de firmas. Actualmente, la organización tiene abierta una petición virtual para que “Israel ponga fin al genocidio”. A la fecha, han conseguido 227.000 firmas de una meta de 230.000. De acuerdo con Carlos de las Heras, la petición exige a la comunidad internacional tomar medidas “como un embargo de armas o la prohibición de la importación de productos que vienen de los asentamientos ilegales israelíes en Cisjordania”. Las firmas, añade, se trasladan periódicamente a las autoridades junto con informes y nuevas investigaciones. Aunque reconoce que las iniciativas relacionadas con Palestina, de momento, “no han tenido mucho éxito”.
La clave, para la directora de MSF-España, es que la ciudadanía no desista en encontrar formas de ayudar a los civiles palestinos, más allá de cualquier barrera ideológica. “Hay gente que puede donar a una organización, hay gente que puede desplazarse a Gaza a trabajar, hay gente que puede escribir un post, hay gente que puede ir a una manifestación en la calle. Cada uno tiene que encontrar su forma de formar parte de esa comunidad y todas son legítimas”, concluye.
EL PAÍS