El primer gran viaje al exterior de su mandato lleva al presidente estadounidense nuevamente al Golfo.

Tres países en cuatro días: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, realizará una gira por Oriente Medio en los próximos días. Primero Arabia Saudita, luego Qatar y finalmente los Emiratos Árabes Unidos. Se trata del primer viaje importante al exterior del republicano en su nuevo mandato, y se produce en un momento de guerra y crisis en la región. Pero el viaje de Trump no sólo gira en torno a los conflictos en Oriente Medio, sino también a temas de negocios.
El viaje arroja luz sobre los vínculos económicos de los Trump en la región del Golfo y el papel que juega el dinero en la política exterior del presidente estadounidense. Esto es especialmente cierto en su primera parada en Riad, donde Trump, de 78 años, se encuentra con un hombre poderoso que sólo tiene la mitad de su edad, pero con el que tiene importantes tratos financieros: el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman, también conocido como "MBS". El hombre de 39 años ha sido el gobernante de facto de Arabia Saudita desde 2017.
El príncipe heredero saudí: casi todo el poder centralizadoSegún los críticos, “MBS” ha establecido nuevos estándares en lo que se refiere a la cuestión de cuán inescrupulosamente alguien utiliza su poder para su propio beneficio. Tras el asesinato y desmembramiento del periodista saudí Jamal Khashoggi en 2018, presuntamente ordenado por el príncipe heredero, éste quedó marginado en Occidente durante varios años. Trump, por el contrario, lo apoyó durante su primer mandato.
El Príncipe Heredero ha centralizado casi todo el poder bajo su liderazgo. El padre de 89 años y rey Salman casi ya no aparece en público.
Los partidarios del Príncipe Heredero lo ven como un visionario y reformador que quiere alejar al país de su dependencia del petróleo y llevarlo hacia un futuro brillante de tecnología y progreso. No se tolerarán críticas y se perseguirán con la máxima severidad. En algunos casos, los tribunales han impuesto decenas de años de prisión por sólo unas pocas publicaciones en las redes sociales.
La riqueza de Arabia Saudita proveniente del negocio del petróleo y el gas reside principalmente en el fondo soberano de riqueza PIF, uno de los más grandes del mundo, con activos e inversiones por un valor de más de 900 mil millones de dólares estadounidenses, muchos de ellos en empresas estadounidenses. Está controlado por el propio Príncipe Heredero, quien por tanto tiene más o menos el control exclusivo del poder económico concentrado del país. El objetivo declarado es aumentar los activos a dos billones de dólares para 2030. Trump ha anunciado su intención de establecer un fondo soberano de riqueza estadounidense de tamaño similar.
El presidente estadounidense y su séquito tienen estrechos vínculos económicos con la región, aunque la Casa Blanca niega airadamente que Trump pueda perseguir intereses personales mientras esté en el cargo. La empresa inmobiliaria de Trump, dirigida por sus hijos Eric y Don Junior, es muy activa en la región del Golfo.
Poco antes de la visita, la Organización Trump anunció nuevos proyectos allí: el primer hotel Trump en Dubai y un club de golf en Qatar. El año pasado se anunció la construcción de un rascacielos Trump en la ciudad portuaria saudí de Yeddah. También en el tema de las criptomonedas, los hijos de Trump y sus socios comerciales acaban de hacer pública una cooperación en Oriente Medio, en la que también está involucrado un fondo respaldado por el Estado de los Emiratos.
Según informes, Trump ya estaba haciendo millones de dólares en negocios en la región, incluso con los saudíes, antes de su primer mandato. Según él, en 2001 vendió todo el piso 45 de su Torre Trump en Nueva York al reino. Las relaciones comerciales se remontan a décadas. El yerno de Trump, Jared Kushner, mantiene excelentes contactos con el príncipe heredero saudí. Después de que Kushner dejó la Casa Blanca, el fondo soberano de riqueza PIF habría invertido dos mil millones de dólares en la firma de capital privado de Kushner.
A Trump le gusta presentarse como un especulador, un “negociador” para quien las consideraciones económicas prevalecen sobre los valores fundamentales, como los derechos humanos. La política exterior del republicano es fundamentalmente transaccional. Donde antes los valores o principios democráticos marcaban el rumbo, con Trump la pregunta es: ¿Qué hay en esto para Estados Unidos? Durante la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, por ejemplo, vinculó un mayor apoyo a Kiev al acceso a los recursos naturales del país. Durante la Guerra de Gaza, se le ocurrió la idea de desarrollar la Franja de Gaza como un proyecto inmobiliario de alto brillo: la “Riviera del Medio Oriente”.
Trump ya había dado ejemplo en su primer mandato cuando, tras asumir el cargo en enero de 2017, se convirtió en el primer país en visitar Arabia Saudita, a cambio de enormes inversiones de los saudíes en Estados Unidos. Tras iniciar su segundo mandato, coqueteó abiertamente con la idea de volver a honrar a los saudíes con la primera visita, siempre que estuvieran dispuestos a invertir un billón de dólares en Estados Unidos. Por lo tanto, durante el viaje se esperan detalles de importantes acuerdos económicos.
Relaciones entre Arabia Saudí y Estados UnidosArabia Saudita es, en general, un socio importante de Estados Unidos en Oriente Medio. Es uno de los más importantes productores de petróleo, uno de los mayores compradores de equipamiento militar estadounidense y un importante inversor. Y para Washington, Arabia Saudita es el gran contrapeso a Irán, el principal enemigo de Israel, en lo que se refiere a la hegemonía regional en Oriente Medio. El príncipe heredero, a su vez, intentó, como lo hizo durante el primer mandato de Trump, ganarse el favor del presidente, también porque EE.UU. es un socio clave para la compra de armas y sistemas de defensa.
Debido al caso Khashoggi, las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita se vieron tensas por momentos. A diferencia de Trump, su sucesor, Joe Biden, inicialmente se distanció del liderazgo saudí. Pero dada la importancia política y económica de los saudíes, Biden luego volvió a acercarse a ellos con cautela, incluyendo una visita a Riad y un muy publicitado "choque de puños" con el heredero al trono, a quien en realidad había querido convertir en un "outsider" debido al asesinato de Khashoggi.
Ahora Trump ha vuelto, y con él, una serie de grandes negocios y de brazos abiertos hacia Riad y el príncipe heredero. Desde el caso Khashoggi, la familia real saudí sabe que tiene a Trump como partidario de su lado, sin importar lo que haga. Este mensaje también se dirige a otros estados autoritarios: si un país es lo suficientemente importante económicamente, el gobierno de Trump perdonará mucho.
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