Batalla del Viernes Santo cerca de Kunduz: el día negro de Alemania

Siempre que los políticos del gobierno alemán hablaban sobre el despliegue de la Bundeswehr en Afganistán , la promesa rara vez faltaba: Estamos haciendo todo lo posible para proteger a nuestros soldados allí. Entonces, ¿por qué Maik Mutschke yacía gravemente herido en un prado a las afueras de la aldea de Isa Khel una tarde de viernes de abril de 2010, bajo fuego talibán y prácticamente sin cobertura? La patrulla de reconocimiento había sido emboscada. ¿Y por qué otros soldados no pudieron llegar hasta él y rescatar a los hombres? Porque la Bundeswehr no tenía forma de avanzar hacia ellos en Kunduz . No contaba con helicópteros allí, y mucho menos con helicópteros de ataque. Tampoco con carros de combate ni drones armados. Todo eso habría parecido una guerra. Pero la guerra que los soldados alemanes tuvieron que librar allí en nombre de su gobierno, según la voluntad de ese mismo gobierno, no se había permitido llamar guerra hasta entonces. Pero lo que ocurrió en la infame "batalla del Viernes Santo" no fue otra cosa: guerra, cruda, sangrienta, horrorosa. Al final de este costoso día de la misión de la Bundeswehr en Afganistán, tres soldados estaban muertos y varios gravemente heridos.